El paludismo es un problema de salud pública significativo, especialmente en regiones tropicales o subtropicales como algunas partes de Latinoamérica, el sudeste asiático o África subsahariana.
Qué es la malaria
El paludismo es una enfermedad infecciosa causada por parásitos del género Plasmodium, los cuales son transmitidos principalmente a los humanos a través de las picaduras de mosquitos hembras infectadas.
Es importante destacar que el paludismo no se transmite de persona a persona de forma directa; pero además de la picadura del mosquito sí puede propagarse a través de transfusiones sanguíneas, trasplantes de órganos y de madre a hijo durante el embarazo o el parto; aunque estos modos de transmisión son menos comunes.
La diferencia en los términos de paludismo y malaria radica más en la región que se emplee. Por ejemplo, la palabra malaria es más utilizada en inglés o dentro de la literatura científica; mientras que el término paludismo es más frecuente en países de habla hispana.
Paludismo, síntomas
Existen en el paludismo síntomas diversos que pueden variar en gravedad según la especie de Plasmodium, ya que existen cinco variantes; también dependerá en función del sistema inmunitario del paciente y la rapidez con que se inicia el tratamiento.
Generalmente, los síntomas iniciales aparecen entre siete a 30 días después de la picadura del mosquito y son:
- Fiebre: es uno de los signos más característicos y puede ser tanto intermitente como constante.
- Escalofríos: suelen acompañar a la fiebre.
- Sudoración excesiva: puede ocurrir cuando la fiebre disminuye.
- Dolor de cabeza: puede presentarse de moderado a intenso.
- Debilidad: generalmente se percibe fatiga o debilidad a raíz de la destrucción de glóbulos rojos.
- Dolor muscular y articular: similares a los de una gripe severa.
- Náuseas, vómitos y diarrea: se presenta con frecuencia en casos más avanzados.
Adicional a estos síntomas comunes, para los casos más graves se puede desarrollar anemia severa, compromiso cerebral que resulta en convulsiones, confusión o coma y se conoce como malaria cerebral; insuficiencia renal o hepática y dificultad respiratoria asociada a edema pulmonar.
El paludismo puede llegar a ser mortal si no se trata a tiempo, especialmente en niños menores a cinco años, mujeres embarazadas o personas con sistemas inmunes debilitados.
Diagnóstico de paludismo
El diagnóstico de paludismo temprano y preciso es esencial para iniciar un tratamiento adecuado y prevenir complicaciones graves.
El método más utilizado consiste en la observación directa de parásitos en una muestra de sangre bajo el microscopio. También existen pruebas de diagnóstico rápido que detectan antígenos específicos del parásito en la sangre del paciente pero que es un proceso menos preciso; o reacción en cadena de la polimerasa que es un proceso más caro.
Las pruebas serológicas son útiles para detectar infecciones pasadas, pero no para diagnosticar casos activos.
Una vez que se ha diagnosticado la presencia de paludismo en la persona, se debe iniciar el tratamiento que tiene dos objetivos: curar la infección y prevenir complicaciones.
El uso de fármacos es el tratamiento empleado tanto para tratar el paludismo no complicado como el paludismo grave, pero la elección del tipo de medicamento variará en función a la gravedad del caso y al tipo de parásito causante de la enfermedad.
Cuando se ha erradicado el parásito, se deberá emplear tratamiento para prevenir recaídas y atacar las formas latentes del parásito en el hígado.
Aunque el paludismo o malaria al día de hoy continúa siendo una enfermedad de gravedad en muchas partes del mundo, con un diagnóstico temprano, un tratamiento adecuado y seguir las medidas de prevención, es posible reducir de manera significativa su impacto en la salud de las personas.
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