Si bien el estrés es una reacción natural del organismo al enfrentar situaciones de amenaza, peligro o que exceden nuestra capacidad de reacción o competencia en alguna materia, esta respuesta del cuerpo suele ser transitoria y sus efectos desaparecen al cesar la fuente que está provocando el estrés.
Sin embargo, en el trabajo el estrés continuo se ha vuelto común, por lo que solemos vivir estresados ante las cotidianas exigencias y presiones laborales, ya que muchas veces, tenemos que realizar tareas que sobrepasan nuestro conocimiento y capacidad o se nos pide lograr metas irreales, ya sea en tiempo, forma, cantidad o calidad.
Las fuentes del estrés en el trabajo son principalmente las presiones a las que estamos sometidos al realizar nuestras actividades laborales, expresadas en la adopción y cumplimiento de reglas y códigos de conducta, calendarios de entregas, horarios de la jornada laboral, relación entre jefe-subordinado y entre colaboradores, ambiente laboral adverso, cargas de trabajo excesivas, remuneración injusta, falta de reconocimiento, ausencia de oportunidades de desarrollo, falta de capacitación, funciones rutinarias y poco atractivas, entre otras.
Dependiendo de la persona, la intensidad y cantidad de las presiones laborales, la afectación puede ser más grave, pero de cualquier forma, si experimentas estrés continuo y no aprendes cómo controlarlo, tu salud física y mental puede verse seriamente afectada, desencadenando patologías como trastornos del estado de ánimo, ansiedad, síndrome de fatiga crónica, depresión, problemas ortopédicos, enfermedades cardiovasculares, dolores de cabeza, padecimientos gastrointestinales y trastornos del sueño, entre otros.
Cuando el estrés laboral está fuera de control y no hacemos nada para que mejore, los problemas de salud que nos acarrea pueden llegar a ser tan graves que nuestra vida estaría en peligro, ya que podemos sufrir un ataque cardíaco, un evento cerebrovascular, o padecer una depresión tan seria que evolucione a conductas suicidas.
Como vemos, diversos trastornos físicos y mentales pueden ser consecuencia del estrés, o los ya existentes pueden ser exacerbados por él. Por esta razón, debemos aprender a minimizar sus fuentes y controlarlo para que no tome el control de nuestra vida.
Recomendaciones para minimizar las presiones laborales y controlar el estrés
El ambiente de trabajo es fundamental para poder controlar el estrés. Si estamos en un ambiente sano y positivo, donde tenemos buena relación con nuestros jefes y compañeros, hay un avance importante, ya que nos sentimos valorados, apoyados y centrados en lo que tenemos que hacer, sin temor a la críticas, al bullying o a los castigos.
Es necesario que organices tu tiempo y establezcas un programa de tareas a realizar que no sea demasiado exigente para no trabajar en exceso o quedarte más tiempo de tu horario de trabajo para cumplirlo.
Aprende a delegar y a pedir ayuda cuando el trabajo exceda tus capacidades o velocidad de reacción. Todos necesitamos apoyo alguna vez, no debes tener miedo o vergüenza de solicitarlo, ya sea a tus compañeros o a tu jefe.
Date la oportunidad de tomar recesos breves cada dos horas de trabajo, aprovecha para hacer ejercicios de estiramiento en tu lugar, realiza caminatas en los pasillos o de manera estática.
Aprende técnicas de respiración y meditación, te ayudarán a tranquilizarte si te sientes ansioso, a despejar y descansar la mente para volver con más energía y enfoque a tus labores.
Elabora junto con tu jefe una descripción de tu puesto que explique tus funciones y responsabilidades, las cuales nunca deberán exceder ni tomar responsabilidades que no te corresponden.
Es importante que establezcas metas factibles de cumplir, de nada sirve fijar metas demasiado ambiciosas que no podrás cumplir, solo serán una fuente de presión laboral.
Trata de realizar actividades físicas a diario, te ayudarán a reducir el estrés y a prevenir enfermedades.
Aliméntate sanamente privilegiando los vegetales, los cereales integrales y la proteína magra, evitando azúcares y grasas.
Si sientes que a pesar de llevar a cabo estas recomendaciones no puedes controlar el estrés, no dudes en buscar apoyo profesional de un psicoterapeuta, psicólogo o psiquiatra.
Fuentes:
enmentepsicologos, medlineplus, mindgram, cigna, madridsalud, il3.ub.edu