Se sabe que la exposición prolongada al ruido puede ocasionar daños irreversibles en la salud, como la pérdida de la audición, escuchar zumbidos en los oídos, trastornos de la presión arterial y del ritmo cardíaco, posibilidad de sufrir infartos, alteraciones del sueño, estrés, ansiedad, irritabilidad, depresión, alteraciones en la conducta y disminución de la capacidad de aprendizaje, concentración y rendimiento.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), todo sonido que rebasa los 65 decibelios es considerado como ruido, pero si supera los 75 decibelios se define como dañino y doloroso a partir de los 120 decibelios.
Actualmente, más del 50% de la población a nivel mundial está expuesta todos los días a la denominada contaminación acústica, es decir, sonidos no deseados o excesivos que pueden tener efectos dañinos en la salud humana y el ambiente, generada por los altos niveles de ruido que se producen en las grandes urbes debido al tráfico automovilístico, aéreo y ferroviario, así como las sirenas de ambulancia y la presencia de zonas industriales, entre otros factores.
Investigaciones recientes afirman que la exposición a entornos ruidosos produce cerca de 50 mil nuevos casos de cardiopatías isquémicas anualmente, así como más de 10 mil muertes prematuras.
Más de 20 millones de personas padecen afecciones crónicas de importancia y más de seis millones tienen alteraciones del sueño de gravedad debido al ruido.
Por ello, es importante que tomes en cuenta las siguientes medidas para evitar daños auditivos en entornos ruidosos, no solo en el trabajo, sino también en tu vida personal:
Identifica y evalúa las principales fuentes de ruido a las que estás expuesto diariamente para diseñar un programa de protección auditiva efectivo para ti.
Utiliza tapones auditivos u orejeras que se ajusten bien a fin de garantizar una protección adecuada que te ayude a reducir la cantidad de ruido que llega al oído.
Evita gritar o hablar en volumen alto.
Solicita en tu trabajo que se establezcan zonas de silencio en lugares estratégicos que minimicen la exposición al ruido excesivo y proporcionen un espacio para descansar auditivamente.
Haz breves descansos auditivos alejándote de ruidos fuertes y limitando el tiempo de utilización de aparatos de audio personales.
Reduce el ruido dándole mantenimiento regular a los equipos y maquinaria de trabajo.
Fomenta el uso de tecnologías más silenciosas, en la medida de lo posible.
Controla el volumen al utilizar auriculares para escuchar música, ajusta el volumen a un nivel que no supere el 60% del volumen máximo.
Evita tocar el claxon de tu automóvil cuando estés en el tráfico. Si te es posible, procura caminar o utilizar medios de transporte alternativos que no generen ruido, como la bicicleta.
Controla el volumen de los aparatos de música y la televisión en tu casa, así como el uso de electrodomésticos en horarios nocturnos.
Mantente informado sobre cómo proteger tu audición.
Realízate chequeos médicos regulares que permitan valorar tu salud auditiva.
Acude con un especialista en cuanto notes alguna señal de advertencia de pérdida de audición.
Recuerda que los daños en la audición pueden ser irreversibles y afectar tu calidad de vida y, por ende, la de tu familia.
Fuentes:
nidcd, cdc, who, cun, mayoclinic
